SAN BERNARDINO Internacionales - 

Tres víctimas de California llegaron a EEUU huyendo del temor

Isaac Amanios salió de Eritrea después de pelear por su independencia. Bennetta Bet-Badal soportó el acoso en Irán por su fe cristiana. Tin Thanh Nguyen huyó de Vietnam en su infancia tras la guerra en su país.

Para cada uno de ellos, migrar a Estados Unidos significó encontrar un refugio al miedo. Hicieron sus vidas en comunidades de California que sus familias eligieron, en parte, por ser seguras.

En un cruel giro, los tres fallecieron en el tiroteo masivo más mortífero del país desde que 26 niños y adultos fueron asesinados en una escuela de Connecticut hace tres años. El FBI investigando como ataque terrorista la masacre del pasado miércoles en la que murieron 14 personas y 21 más resultaron heridas.

"Tuvo muchos contratiempos, pero llegó hasta acá", dijo el sábado Fessehatsion Gebreselassie, sobrino de Amanios, afuera de la casa de su sobrino, en donde se escuchaba a algunos dolientes en su interior. "Es muy trágica la forma en que su vida terminó".

Amanios, de 60 años, Bet-Badal, de 46, y Nguyen, de 31, son un microcosmos del departamento en el que trabajaban: un grupo de inspectores de salud tan diverso que un colega los llamaba "las pequeñas Naciones Unidas".

El colega que junto a su esposa irrumpió en el banquete navideño del grupo y abrió fuego, era otra parte de esa diversa comunidad: Syed Farook, de 28 años, nació en Chicago de padres paquistaníes, y creció y fue a la universidad en California. Era padre de una niña de 6 meses de edad.

San Bernardino estaba a un mundo de distancia de Eritrea, el país de África Oriental que Amanios consideraba su casa. Nació en una familia de granjeros, pero tuvo un gran desempeño académico y fue uno de los pocos estudiantes en pasar el examen de admisión universitario, dijo Gebreselassie, quien fue criado con Amanios como si fueran hermanos.

Amanios se inscribió, pero dejó la escuela luego de un año, para unirse al Frente Popular de Liberación de Eritrea y luchar por la independencia.

"Durante años fue parte de la batalla", dijo Robel Tekleab, su cuñado. "Y las balas jamás lo alcanzaron".

Amanios huyó a Sudán, trabajando como intérprete en un campo de reasentamiento dirigido por Estados Unidos, antes de regresar y permanecer en Eritrea durante su independencia en 1993. En 2000, viajó a Estados Unidos y visitó a familiares en San Bernardino.

"Como familia, siempre tuvimos miedo por él", dijo Gebreselassie. "Le rogamos que se quedara aquí". Grupos de derechos humanos apuntan a Eritrea como uno de los gobiernos más represores del mundo.

Amanios accedió a regañadientes, haciendo una vida en los suburbios de Los Ángeles junto a su esposa y tres hijos, y pasando fácilmente el examen de certificación como inspector de salud. Estaba convencido de haber dejado atrás la amenaza de la violencia.

"Probablemente estemos más protegidos que cualquier otro país del mundo", Amanios le había dicho a Gebreselassie en una de sus últimas conversaciones, que trató sobre los atentados extremistas en París.

El sendero de Bet-Badal a San Bernardino también fue turbulento. Nació en Teherán, pero junto con su familia huyó a Estados Unidos cuando tenía 18 años de edad, escapando a la persecución cristiana tras la Revolución Iraní de 1979, de acuerdo a sus familiares. Vivió en la ciudad de Nueva York antes de establecerse en California, donde asistió a la escuela, se casó con un policía y tuvo tres hijos.

La mañana del atentado, se preparaba emocionada para una presentación e intercambió mensajes de texto con su esposo sobre los regalos de Navidad.

"Ambos trabajaban duro para proveer para su familia", dijo su prima, Adrina Mar-Elia. "Y en cuatro o cinco minutos todo desapareció".

En Vietnam, Nguyen y su madre vieron cómo el comunismo se apoderaba de su país. La granja familiar fue saqueada y la propiedad incautada, comentaron sus familiares.

Esos no eran recuerdos de los que Nguyen, quien llegó a California a los 8 años de edad, hablara a menudo, según Jimmy Nguyen, uno de los casi 30 primos del cerrado círculo de primos que la consideraban su líder.

Dijo que su familia se asentó en el condado de Orange porque "sentimos que era un lugar seguro para llamarlo hogar".

Para Tin Nguyen, la familia siempre estaba primero. Vivía con su madre, y la mañana del tiroteo intercambiaba textos con un grupo de cerca de 20 primos sobre planes para viajar a una cabaña en las montañas.

El sábado, sus primos llegaron a casa de su madre, en donde se colocaron arreglos florales y dos grandes retratos de Nguyen sonriendo.

"Ella era quien nos mantenía a todos juntos", comentó Jimmy Nguyen. "Nadie podrá reemplazarla".