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La necesidad de agua potable moviliza a un poblado en Burundi

Trabajan en grupos de voluntarios cuatro horas al día a pleno sol con picos y palas para canalizar el agua subterránea de las colinas de Mugamba, en Burundi. Están cansados pero contentos porque saben que sólo así sus familias dispondrán de forma directa de un bien tan necesario como inaccesible.

El verdor del paisaje, plagado de eucaliptos y plantaciones de te, da una idea de que la escasez de agua no es un problema en el municipio de Mugamba, al suroeste de Burundi, sino todo lo contrario. Hay agua en abundancia, pero lo complicado es acceder a ella.

La orografía montañosa de la zona, formada por 70 colinas que se elevan hasta más de 2.200 metros de altitud, sumada a la existencia de arroyos subterráneos, hace que los cerca de 85.000 vecinos de Mugamba tengan muy complicado llegar a los puntos por los que discurre el agua y extraerla.

Además, cuentan con un problema añadido, ya que el agua que consiguen no suele ser apta para consumo.

Por eso, muchos de ellos no han dudado en colaborar voluntariamente con la ONG burundesa Orphan's Aid, que desde 2005 ha impulsado dos proyectos para obtener agua potable con el apoyo financiero de Manos Unidas, uno de los cuales sigue en marcha en la actualidad.

"Es cansado", reconoce Ndimubandi Odette, una vecina de Mugamba de 45 años que, como el resto de las mujeres voluntarias, acude dos veces por semana a la colina de Npota para ayudar como mano de obra en las tareas de canalización.

Se dedica a cavar zanjas en la tierra y, según cuenta, cuando acabe el curso escolar con la entrega de notas le acompañarán sus ochos hijos, de cinco a 21 años de edad.

Los hombres van un día más por semana ataviados con picos y palas y entremezclados con algunas voluntarias del sexo opuesto en grupos rotativos de medio centenar de personas, según ha podido comprobar Efe en un viaje de medios organizado por Manos Unidas.

"La población lo ve como algo positivo, están contentos porque necesitan agua potable", comenta el jefe de la colina de Npota, Ntangibingura Bernard, que se encarga de coordinar a los voluntarios.

Por encima de él está el jefe de la zona de Kibezi, Bashirabishize Evariste, que controla esta colina junto con otras cuatro y también acude a supervisar el trabajo de los vecinos.

"Es una acción loable", comenta.

Llevan un mes trabajando un total de cuatro horas al día y el esfuerzo ya ha dado sus frutos: han empezado a montar una tubería para canalizar el agua subterránea y, unos metros más abajo, en la falda de la pendiente de la colina, han empezado a construir un pozo para poder almacenarla y beberla con garantías.

En sus actuaciones los guían un equipo de expertos formado por un ingeniero, dos técnicos, un topógrafo y un fontanero, todos ellos burundeses.

"Cuando hay agua potable, todo cambia", asegura el presidente y creador de la ONG Orphan's Aid, el ingeniero Gérard Mbonabuca, experto en construcción y nacido en Mugamba.

Aunque la organización surgió en 1999 con la idea de atender a los burundenses que habían quedado huérfanos a causa de las matanzas étnicas y la guerra civil, con el tiempo sus objetivos se han ido ampliando a otros ámbitos relacionados con el desarrollo, como la educación y la lucha contra el SIDA.

Recientemente han incorporado los dos proyectos de agua que han sacado adelante con la ayuda de Manos Unidas, de los que se beneficiarán cerca de 40.000 personas y que dejarán en la provincia más de 20 fuentes, dos abrevaderos y trece depósitos de agua.

La intención es que los animales y las personas beban en lugares distintos y que los habitantes de Mugamba tengan a su disposición agua potable para evitar así el desarrollo de enfermedades como la diarrea o el cólera.

Pero uno de los grandes beneficiados serán las mujeres y niños de la provincia, que ya no tendrán que cargar cada día con el agua desde los arroyos hasta sus casas y caminar una media de 1,5 kilómetros, ya que la idea es que los puntos de acceso estén mucho más próximos, a un máximo de 500 metros.

"Iba al río para coger agua, pero ahora tengo un grifo en mi patio", cuenta Mdayiragize Gaudence, de 41 años, que ya disfruta de los resultados del primer proyecto.

Transportaba hasta 20 litros sobre su cabeza, y sus hijos (de 5 a 13 años) le acompañaban con recipientes de cinco litros cada uno, algo habitual en un país en el que las mujeres y los menores son los encargados de esta tarea.

"Es la cultura", dice con normalidad, mientras un hombre de la provincia puntualiza que ellos "no lo pueden hacer" porque se dedican "a los trabajos que implican fuerza".

La ONG Orphan's Aid tiene previsto desarrollar más proyectos de este estilo en otras regiones de Burundi como Gitega para así poder facilitar el acceso a agua potable en un país en el que, a pesar de la abundancia de fuentes y de precipitaciones (con dos estaciones húmedas y dos secas), sólo un 75 % de sus habitantes lo consigue.