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Tiroteos en favelas de Río dejan a escuelas en fuego cruzado

Durante los últimos dos meses se han presentado al menos 10 tiroteos a las afueras de la escuela de necesidades especiales de Uere, provocando que maestros y alumnos se lancen al suelo en busca de resguardo mientras que grupos criminales fuertemente armados combaten entre ellos y en algunas ocasiones con la policía, en la favela Mare de Río de Janeiro.

Con narcotraficantes rivales en prácticamente cada esquina y una campaña militarizada por parte de las autoridades para eliminarlos, los tiroteos se han vuelto tan comunes que las escuelas realizan simulacros para practicar cómo resguardarse "en el menor tiempo posible".

"No es posible dar enseñanza después de un tiroteo", dijo Yvonne Bezerra de Mello, fundadora de Uere, en donde se ofrecen clases a niños de bajos recursos con dificultades de aprendizaje. "Así que solo jugamos y conversamos, porque algunos de los niños se ponen muy nerviosos".

La ciudad más famosa de Brasil tiene una añeja relación con la violencia, particularmente en los cientos de favelas bajo control de los narcotraficantes, pero en medio de una agobiante crisis económica, algunos estudios dejan entrever que 2016 fue el año más violento para la ciudad en décadas, pese a un programa de pacificación de la policía que tiene el objetivo de frenar la violencia en las favelas antes de la realización de los Juegos Olímpicos del año pasado.

Sin embargo, la delincuencia parece seguir aumentando: En enero y febrero, los homicidios aumentaron 17% y 24% respectivamente en comparación con los mismos periodos del año anterior, de acuerdo con las estadísticas del gobierno estatal de Río.

Y cada vez con más frecuencia, las escuelas quedan en medio de los tiroteos.

Todos los días, los tiroteos obligan el cierre de entre 20 y 30 escuelas y guarderías, según César de Queiroz Benjamin, jefe de las escuelas públicas de la ciudad, lo que resulta en que entre 6.000 y 7.000 niños sean enviados de vuelta a casa. En caso de que la tasa continúe, Río superará por mucho los 1.500 cierres registrados el año pasado.

"Claramente ha empeorado", dijo Benjamin.

Los estragos que ha causado la violencia en los niños atrajo la atención nacional el 30 de marzo, cuando una niña de 13 años murió baleada en una escuela de Acari, un vecindario pobre del norte del país, luego de quedar en el fuego cruzado durante un prolongado tiroteo entre grupos delictivos y la policía.

Maria Eduarda Conceicao recibió varios disparos a la entrada de la escuela, mientras caminaba a uno de los bebederos después de su clase de educación física. En el muro exterior y en la puerta principal se observan grandes agujeros causados por las balas, un triste recordatorio para los estudiantes, maestros y padres de familia que acuden al lugar todos los días.

Una necropsia confirmó que una de las balas que impactó a Conceicao fue calibre 7.62 mm, disparada desde un fusil de grado militar en manos de la policía. El video que un testigo captó con su celular y que ha sido compartido extensamente en redes sociales, muestra que dos agentes siguieron disparando contra sospechosos armados pero aparentemente heridos que yacían en el suelo frente a la escuela. Los dos policías ya han sido procesados por los asesinatos.

Al magnificar el video, se puede ver el cuerpo sin vida de Conceicao en terrenos de la escuela.

"Todos deberíamos sentirnos avergonzados y apenados", dijo el alcalde de Río de Janeiro Marcelo Crivella, después de asistir este mes al funeral de Conceicao. "Esto no puede volver a suceder".

Roberto Sa, jefe de seguridad para el estado de Río de Janeiro, abrió una investigación por la muerte de Conceicao y la policía civil también realiza una indagatoria, pero Sa dijo que hay pocas cosas que la policía militar pueda hacer, que no sea repeler el fuego, cuando se topa con sospechosos fuertemente armados. Dijo que los legisladores deben imponer sanciones más estrictas a la posesión ilegal de armas de fuego.

La seguridad en Río de Janeiro es responsabilidad del estado y no del gobierno de la ciudad, lo que limita la capacidad de Crivella para atender el problema, pero ha prometido aplicar una recubierta especial a prueba de balas en los muros de al menos 10 escuelas ubicadas en áreas consideradas como zonas de conflicto, como Mare.

Benjamin, el secretario de Educación y Bezerra de Mello, fundadora de Uere, alegan que la recubierta a prueba de balas equivaldría solamente a tapar con papel las causas de origen de la violencia. Bezerra de Mello asegura que esa medida no mantendrá necesariamente a salvo a sus estudiantes, debido a que en ocasiones los disparos vienen desde arriba.

El mes pasado, un helicóptero que participaba en una operación policial, sobrevoló su escuela y abrió fuego durante varios minutos y algunas de las balas impactaron el edificio. Nadie resultó herido, pero la escuela instaló posteriormente un letrero de amarillo brillante sobre la azotea, en donde escribieron con enormes letras de color negro: "ESCUELA, NO DISPAREN".

Bezerra de Mello dijo que más allá de la pregunta de si las balas penetran los muros de las escuelas, sus 300 estudiantes aún deben lidiar con la delincuencia desenfrenada en sus vecindarios una vez que salen de clases. Calcula que hasta el 90% de ellos sufren de desórdenes de aprendizaje vinculados con la violencia y el trauma que experimentan a diario.

Recientemente le preguntó a un grupo de 14 alumnos en sus primeros años de adolescencia sobre cuántos de ellos habían perdido a un familiar debido a la violencia con armas de fuego. Seis de ellos levantaron la mano.

"Los niños no están a salvo en ningún lugar", dijo Bezerra de Mello. "Despiertan con el ruido de los disparos y se van a la cama con el ruido de los disparos. Ven a la muerte en cualquier esquina".

FUENTE: AP