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Suman 22 las muertes por tiroteo en El Paso

La aflicción en la ciudad fronteriza de El Paso se incrementó el lunes al elevarse a 22 el número de muertes tras una masacre el fin de semana en un Walmart, una cifra superior al total de asesinatos anuales aquí hace apenas dos años.

La indignación también se iba incrementando, incluyendo hacia el presidente Donald Trump, que el lunes se dirigió a la nación por primera vez desde este ataque en Texas y otro en Ohio en los que fallecieron 31 personas en total y docenas más resultaron heridas. La posibilidad de que el mandatario visitara El Paso tras la tragedia generó nerviosismo entre algunos de sus residentes, que dijeron que él tiene la culpa en parte por sus palabras divisivas.

En declaraciones preparadas de antemano vertidas desde la Casa Blanca, Trump exhortó a la unidad al tiempo que culpó a las enfermedades mentales y a los juegos de video por lo sucedido. No mencionó la posibilidad de limitar las ventas de armas.

La representante demócrata Veronica Escobar afirmó claramente que el presidente no es bienvenido en El Paso. Beto O’Rourke, aspirante a la candidatura presidencial demócrata y ex congresista por la ciudad durante seis años, dijo también que Trump no debería venir.

“Este presidente, que ayudó a crear el odio que posibilitó la tragedia del sábado, no debería venir a El Paso. No necesitamos más división. Necesitamos sanar. Él no tiene nada que hacer aquí”, tuiteó O’Rourke.

Otros habitantes de esta ciudad de 700.000 personas, latinas en su mayoría, dijeron el lunes que les es difícil digerir la retórica de Trump.

“Es ofensiva simplemente porque la mayoría de nosotros aquí somos hispanos”, dijo Isel Velasco, de 25 años. “No es que él vaya a ayudar o a hacer algo para solucionarlo”.

Las autoridades están escudriñando un largo manifiesto racista y antiinmigrante publicado en línea poco antes de que Patrick Crusius, de 21 años, se pusiera a disparar el sábado, según la policía. El lenguaje utilizado en el documento es similar a algunas palabras empleadas por Trump, que el lunes denunció al supremacismo blanco, al que previamente se había mostrado renuente a criticar.

La Administración Federal de Aviación les avisó a los pilotos que el miércoles habría una visita presidencial a El Paso y a Dayton, en Ohio. Pero la Casa Blanca no ha efectuado ningún anuncio formal.

La masacre de El Paso es una de las más letales en la historia de Estados Unidos, y la cifra de muertos se incrementó el lunes después de que los médicos anunciaron que otros dos heridos habían fallecido. El doctor Stephen Flaherty del Centro Médico Del Sol describió las heridas como “devastadoras y de gran envergadura”, e indicó que un paciente que falleció tenía grandes lesiones abdominales que le afectaban el hígado, los riñones y los intestinos.

El hospital no dio a conocer los nombres ni las edades de los dos pacientes que murieron, pero funcionarios de la institución dijeron que uno era una anciana.

Las autoridades de México han dicho que ocho mexicanos fallecieron. Decenas de miles de mexicanos cruzan la frontera legalmente a diario para trabajar e ir de compras a El Paso. Otro paciente estaba en estado crítico.

El secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, dijo el lunes que el gobierno mexicano considera que la balacera fue un acto terrorista contra ciudadanos mexicanos en territorio estadounidense. Dijo que México participará en la investigación y el juicio al hombre sospechoso de perpetrar el ataque.

El Paso se ha enorgullecido desde hace tiempo de ser una de las ciudades más seguras de la nación. En los años en que la violencia del narcotráfico en la vecina Ciudad Juárez, en México, dejó decenas de miles de muertos, El Paso siguió teniendo uno de los índices delictivos más bajos en Estados Unidos.

La policía reportó 23 homicidios el año pasado y 20 en el previo, por lo que la masacre del sábado fue equivalente al número de asesinatos de todo un año en la ciudad.

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