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Al Sisi, un militar dispuesto a explotar su popularidad para presidir Egipto

El jefe del Ejército egipcio y ministro de Defensa, Abdelfatah al Sisi, anunció hoy su renuncia al cargo para presentarse a las elecciones presidenciales, aprovechando la buena imagen que proyecta en gran parte de los egipcios por su papel estelar en la destitución del presidente islamista Mohamed Mursi.

Considerado el "hombre fuerte" del país, Al Sisi había mantenido en los últimos meses cierta ambigüedad sobre sus aspiraciones después de la caída de Mursi, en julio pasado.

Si al principio no mostró interés en concurrir a los comicios, poco a poco ha ido multiplicando sus apariciones públicas para sugerir que sí lo haría si el pueblo se lo pedía.

Mostrando siempre una cara paternal, como en el pasado hicieran presidentes de tradición militar como Hosni Mubarak o Gamal Abdel Naser, este hombre de gesto sosegado ha insistido en la necesidad de asumir las responsabilidades y trabajar por el futuro del país.

Al Sisi ha esperado a tener todo atado para asegurarse su candidatura, sobre todo después de que el pasado enero los egipcios respaldaran su plan de transición aprobando en referéndum la nueva Constitución y las Fuerzas Armadas le autorizaran y hasta apoyaran para que se presente a la carrera presidencial.

No es coincidencia que entonces fuera ascendido a mariscal, un rango que pocos dirigentes castrenses han ostentado en Egipto y que estaba vacante desde que Mursi ordenase el paso al retiro del anterior ministro de Defensa, Husein Tantaui, en agosto de 2012.

En un movimiento sorpresa, Mursi colocó entonces al frente de esa estratégica cartera a Al Sisi, un hombre más joven que todos sus antecesores en el cargo, lo que fue interpretado en su momento como una reforma en toda regla de ese estamento.

El nuevo comandante en jefe, que antes había mantenido un perfil relativamente bajo, se rebeló contra el islamista menos de un año después y, frente a quienes lo consideraban cercano a los Hermanos Musulmanes, demostró que podía retirarles el poder y conducirlos de nuevo a la sombra.

Tras alertar previamente de la división política y el riesgo de colapso del Estado, Al Sisi se ha mostrado después implacable en la lucha contra el "terrorismo" de los Hermanos.

El hasta ahora jefe del Ejército parte como favorito en las elecciones, ya que es objeto de "devoción" para muchos egipcios e incluso han surgido numerosas campañas populares pidiéndole que aspire a la Presidencia.

Ese objetivo le ha obligado a desvincularse del Ejército, puesto que el mandatario debe ser un civil, según la nueva Constitución, que además refuerza la autonomía y las prerrogativas de los militares.

Nacido en El Cairo el 19 de noviembre de 1954, Al Sisi se graduó en la academia militar en 1977 y pasó a ser oficial de Infantería.

También cursó varias maestrías de Ciencias Militares en Egipto en 1987 y el Reino Unido en 1992, así como estudios en una academia militar de Estados Unidos en 2006.

Casado y con cuatro hijos, Al Sisi ha ocupado distintos puestos de responsabilidad en las filas del Ejército: fue comandante del batallón de Infantería Mecanizada y jefe del departamento de Información y Seguridad de la Secretaría General del Ministerio de Defensa.

En su ascenso, también ocupó el cargo de agregado militar en Arabia Saudí, lo que le dio proyección internacional entre los países del Golfo como Arabia Saudí o Emiratos, que han respaldado económicamente la nueva etapa abierta en Egipto.

Fue comandante de brigada y de división de Infantería Mecánica y jefe del Estado Mayor y comandante de la región militar norte, correspondiente a la zona que abarca la ciudad mediterránea de Alejandría.

Antes de ser ministro de Defensa, dirigía el departamento de Inteligencia Militar de las Fuerzas Armadas, lo que a buen seguro le procuró acceso a información privilegiada que ha sabido manejar con tino.

Aunque ahora acapara la atención mediática, el jefe militar estuvo antes alejado de los focos y solo saltó a la primera plana en junio de 2011, cuando reconoció que miembros del Ejército habían sometido a las llamadas pruebas de virginidad a mujeres detenidas ese año en la plaza cairota de Tahrir.

Amnistía Internacional se reunió con Al Sisi, quien reconoció que ese tipo de test se realizó para "proteger" a los militares de las acusaciones de violación, al tiempo que prometió que no se volverían a poner en práctica.

Al frente del Ministerio de Defensa ha tenido también que mantener las relaciones militares con los diferentes países aliados.

Entre estos últimos destaca Estados Unidos, que cada año proporciona a Egipto ayuda militar por valor de 1.300 millones de dólares, aunque a la lista se han sumado otros como Rusia, en medio de los intentos de El Cairo por evitar intromisiones y críticas a su tortuoso proceso político. EFE