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Pirámide en Colombia representa promesa incumplida

BOGOTA (AP). Para muchos colombianos, la promesa de gozar de una vida de ricos empezaba con la simple compra de una tarjeta prepagada, que les permitiría costearse televisores y automóviles, además de tener un reembolso total en seis meses, hasta que el gobierno cerró la operación, calificándola como una pirámide que lavaba dinero del narcotráfico.

La semana pasada, el presidente Alvaro Uribe cerró la empresa DMG Group Holdings, S.A., asegurando que obtuvo ilícitamente 435 millones de dólares solamente este año.

Las autoridades han señalado que DMG es la mayor dentro de la serie de estafas piramidales que han barrido Colombia, donde una eficiente industria del narcotráfico ha dado a luz a los mejores embaucadores del mundo.

La caída de una estafa de este tipo este mes causó fuertes manifestaciones en más de una decena de poblaciones del sur.

Esos acontecimientos llevaron al gobierno del presidente Uribe a cerrar DMG antes de que se derrumbara, lo cual causó la ira de muchos de sus 200,000 tarjetahabientes, quienes veneran al fundador de la empresa, el ex panadero David Murcia, de 28 años, quien les ofrecía la oportunidad de vivir la buena vida.

"Créame que ese empacador de panqué demostró ser más 'berraco' (astuto) que un presidente. No sé cómo las inventó, malo o bueno, pero le dio muchas esperanzas a la gente que no tenemos nada", dijo el ama de casa Lucía Lizca, de 38 años, cuya tarjeta prepagada de cinco millones de pesos (2,100 dólares) ya no tiene valor alguno.

Murcia, delgado y con el cabello sujeto en una trenza, fue detenido la semana pasada en Panamá, donde tenía un yate y una flotilla de automóviles exóticos. El y otros seis empleados de DMG, entre ellos su madre, su esposa y su cuñado, enfrentan cargos de lavado de dinero, soborno y otros delitos relacionados con su imperio financiero cada vez más grande.

Murcia ha negado cualquier delito, calificando su negocio como una revolución económica que buscó darle oportunidades a los pobres de Colombia.

"¿Qué pecado he cometido yo? ¿Darle para comer a muchas personas? ¿Ayudar a muchas personas a generar empleos con ingresos adicionales, los cuales han mejorado sus calidades de vida?", pregunta en un mensaje a sus clientes publicado en el sitio de videos YouTube en junio.

A primera vista, las tiendas DMG parecen las mismas de cualquier grupo de descuentos para socios. Los miembros comprarían una tarjeta prepagada por cualquier cantidad, luego de proporcionar los nombres y números de teléfono de tres personas más, que estarían interesadas en unirse.

Sin embargo, junto con su tarjeta recibían otra de color negro, que sería activada en seis meses. En ella se guardaban puntos, como recompensa por invitar a otros a unirse a DMG.

El valor de los puntos variaba diariamente, del 70 al 300% de la inversión inicial. Con ella podrían comprar artículos en las tiendas de DMG o cambiarlas por efectivo. Muchos clientes tomaron el dinero y lo invirtieron inmediatamente en una nueva tarjeta.

"Si usted quiere a comprar una moto, sencillamente compra la moto con su tarjeta DMG y después te devuelven esa misma cantidad de plata dentro de seis meses. Es una moto gratis", dijo Angel Salamanca, cliente de DMG.

O al menos ese era el plan inicial. Salamanca usó la tarjeta para comprar carne de res, tomates y cebolla para su puesto de hamburguesas, pero pronto creó un negocio propio al vender los televisores de plasma que obtenía gratuitamente de DMG.

Conforme crecieron sus ganancias, lo hicieron también sus ambiciones. Vendió el terreno donde planeaba poner un restaurante y usó los seis millones de pesos que obtuvo en la compra de más tarjetas de DMG.

Ahora, su sueño de convertirse en un empresario de la industria de los restaurantes ha quedado reducido a un montón de tarjetas de plástico sin valor alguno.

DMG apareció en 2003 en el poblado de Orito, en la zona cocalera del sur del país, donde Murcia se inició con la venta de motocicletas y generadores eléctricos.

Este año le dijo a la revista Semana que empezó a usar las tarjetas computarizadas en 2005, para optimizar sus operaciones, antes de mudarse a Bogotá. Cuando el reportero de Semana le preguntó sobre la manera en que podía ofrecer tales recompensas a sus clientes, después de cierta presión, Murcia atribuyó todo al flujo de capitales.

Al menos parte de las ganancias de Murcia surgieron de la compra de artículos electrónicos a precio de mayoreo, vendidos a los clientes muchas veces por encima de lo ofrecido en otras tiendas.

Luego de su llegada a Bogotá, Murcia creó DMG international, abriendo oficinas en Ecuador, Venezuela y Panamá.

Las autoridades colombianas habían estado investigando a DMG desde 2007, cuando la policía encontró 3,2 millones de dólares en efectivo empacados en cajas de cartón en un retén carretero en las afueras de Orito. Las personas que lo traían dijeron que el dinero pertenecía a Murcia.

Asimismo, una conversación telefónica grabada por las autoridades relacionó a Murcia con el dirigente paramilitar Carlos Mario Jiménez, extraditado a Estados Unidos por narcotráfico este año.

No obstante, los defraudados por DMG tienen ciertas esperanzas, quizás mínimas para algunos que hicieron grandes inversiones con la esperanza de hacerse ricos pronto.

Algunos de ellos hicieron fila recientemente ante las taquillas de un estadio de fútbol, entregando sus tarjetas para inscribirse a un plan del gobierno que distribuirá los fondos decomisados en las oficinas de la firma.

"El colombiano promedio, sabiendo que estaba haciendo algo malo, simplemente lava su conciencia diciendo 'yo quiero ser parte de la red de Robin Hood'", afirmó Ricardo Durán, un economista que reside en Bogotá.

"El único problema es este Robin Hood, tan perverso como cualquier narcotraficante, cualquier paramilitar", agregó.