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España lleva a cárceles de México el ajedrez como cambio vital

España implantará en diecisiete cárceles mexicanas de alta seguridad un programa terapéutico de ajedrez aplicado a la vida real con el fin de promover un cambio de actitud en el preso.

Lo cuenta a Efe el psicólogo Juan Antonio Montero, presidente del Club Magic de Mérida, y creador de este programa único implantado en las cárceles de Badajoz y Cáceres (oeste de España) y cuya experiencia piloto con 1.200 presos mexicanos de ambos sexos ha sido un éxito.

Tras la fase experimental del último año, ahora, en colaboración con la Fundación Kasparov, ha comenzado la formación de 250 monitores para aplicar el programa en diecisiete Centros Federales de Readaptación Social mexicanos y llegar a más de 17.000 presos.

A pesar de haber sido campeón de Europa de Clubes y de haber contado en sus filas con el noruego Magnus Carlsen y el ruso Sergey Karjakin, que estos días se juegan el título mundial en Nueva York, el Magic destaca por su labor social.

A los tres años de vida del club, que se fundó en 2001, comenzó ya a trabajar en colegios, en 2007 inició sus programas terapéuticos y en 2009 llegó a las cárceles.

Cuenta con la única plataforma web de ajedrez terapéutico, con la que se está formando un funcionario de prisiones holandés.

Desde hace muchos años ha habido programas para enseñar a jugar al ajedrez en las cárceles españolas, pero esto es otra cosa, aclara Montero.

El ajedrez favorece el razonamiento general, el pensamiento deductivo, la creatividad, el control emocional y el respecto a las normas, lo que hace que el jugador lleve la iniciativa también a su vida: la toma de decisiones en base a su propio juicio y a asumir las consecuencias de sus actos.

Este juego les ayuda a meditar -si compensa acabar en la cárcel- y a pensar en una estrategia de vida a unas personas que son "muy materialistas", que sólo piensan a corto plazo y que tienen "poca tolerancia a la frustración", según Montero.

El mate pastor es como un "atraco", una victoria rápida que no aporta nada; el movimiento del caballo hacia el centro enseña a no desviarse de lo importante; y la dama y el rey, igualdad, que no son nada el uno sin el otro.

El peón, sin embargo, es la pieza más importante, según Montero. Refleja esfuerzo, se identifica con el pueblo y representa el trabajo en equipo.

Aislados caen con facilidad, pero juntos los peones son muy importantes, por eso se hace jugar a los reclusos por parejas.

Al principio ven el juego como algo aburrido, pero luego les resulta apasionante y sacan sus propias enseñanzas.

Uno de ellos comprendió que en el ajedrez, como en la vida, "una mala jugada anula cuarenta buenas", y una reclusa reconoció que te lleva a una "autocrítica que es muy eficaz, pero dura".

Tras someterse a este programa voluntario, otro de los presos que contó su experiencia decía que, "a medida que lo vas conociendo, comprendes lo parecido que es a la propia vida".

El programa cambia en México para adaptarse a la jerga local o al grado de analfabetismo que hay en sus cárceles y, como en España, nunca entra en el delito y todos los ejemplos son de una vida normalizada.

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