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Difícil panorama para industria eléctrica en Haití

PUERTO PRINCIPE ( AP ). Seis semanas después del catastrófico terremoto que arrasó con Puerto Príncipe, la electricidad ha regresado casi a la mitad de los vecindarios de la ciudad.

Pero la mayoría se ubica en los suburbios del sur, en una zona montañosa que por las noches se sumerge en la oscuridad. Ahí, la mayoría de las personas que se quedó sin hogar por el sismo duerme en ciudades formadas por carpas.

Incluso antes del terremoto del 12 de enero, el servicio eléctrico en Haití constaba de unas 10 horas diarias de suministro, hechas posibles por una red ruinosa que atendía sólo a una cuarta parte de la población _de la cual, menos de la mitad pagaba el servicio.

Si Haití espera ahora sacudirse su condición como el país más pobre de América, los expertos consideran que necesitará construir un sistema eléctrico mucho mejor que el que tenía antes de la tragedia, el cual era altamente subsidiado y generaba enormes pérdidas.

Será como empezar de cero.

La empresa estatal Electricite d'Haiti, al igual que el gobierno, ha recibido un golpe demoledor. Menos consumidores que antes pueden o quieren pagar. Sus empleos desaparecieron, junto con sus viviendas, en los 30 segundos violentos que duró el terremoto.

Haití necesita de inmediato 40 millones de dólares para que su red eléctrica recupere la condición que tenía antes del movimiento telúrico y para pagar a sus 2,500 trabajadores, cientos de los cuales viven en carpas, dijo Serge Raphael, el director general de la empresa eléctrica, en una entrevista con The Associated Press.

La compañía informó que necesita idear cómo financiarse _ tan sólo la nómina es de 15 millones de dólares mensuales _ y cómo proporcionar energía a los millones de haitianos que no pueden pagarla.

" Este es uno de los problemas más presionantes que enfrenta Haití ", dijo Ernest Paultre, jefe de ingeniería de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) en Haití.

Junto a una vereda de tierra en la barriada Debrose 33, que colinda con un barranco, una bombilla resplandece.

En ese lugar, Joseph Dessier, de 47 años, vive ahora con su esposa y sus cinco hijos en una choza de láminas, cartón y sábanas de plástico, en lo que era antes el patio de un taller de autos. El terreno sirve de albergue a numerosos vecinos que perdieron sus hogares.

Los residentes del campamento obtienen la electricidad para lámparas televisores, cargadores de teléfonos celulares y secadoras de cabello de un solo cable que de algún modo llega tendido desde la cañada.

Ninguno paga la electricidad. Pero de cualquier forma, casi nadie en Debrose 33 lo hacía antes del terremoto.

" Uno puede contar con los dedos el número de gente que tiene medidores y que podía pagar la electricidad ", dijo Dessier.

Tantas personas robaban el suministro eléctrico que la red saturaba periódicamente el transformador de la barriada, haciéndolo estallar. Dos días después, una cuadrilla de la empresa eléctrica llegaba para repararlo.

" Desde aquí hasta abajo de la barranca, toda la gente conecta cables a esta línea ", dijo. " No puede detenerse esto ".

Dessier, mensajero de la universidad, dijo que pagaba el total de su cuenta de electricidad hasta el año pasado, cuando las tarifas se elevaron al doble ante el aumento de los precios del petróleo. Después, " logré pagar algo, pero no todo ", dijo.

El jefe de la empresa eléctrica, Raphael, dijo que su mayor problema ha sido siempre la incapacidad de cobrar el servicio a los usuarios.

" En las barriadas miserables, ¿cómo puede uno hacer que la gente pague la electricidad? ", preguntó. La empresa sólo ha podido cobrar entre el 10 y el 15% de las cuentas de diciembre, dijo, y espera que sólo uno de cada tres usuarios pague hacia finales de abril.

Cuando sobrevino el terremoto, la compañía instalaba un sistema computarizado para mejorar el cobro y la administración. Ese proyecto fue posible por 14 millones de dólares otorgados por el Banco Interamericano de Desarrollo.

Otros 18 millones de dólares se recibirían este año, pero el dinero no es suficiente para comenzar la mejora del servicio público, dijo Lumas Kendrick hijo, especialista de la compañía en Haití.

" La comunidad global tiene que intervenir ", añadió Kendrick, quien destacó que el servicio eléctrico enfrenta un déficit aproximado de 80 millones de dólares al año, con un presupuesto de 200 millones.