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Cuba, de antagonista a reconciliador internacional

Cuba tomó una altura internacional insospechada para un país que en teoría sufría aislacionismo: Ya en paz con Estados Unidos, se consolidó como el mediador confiable en la solución del conflicto armado en Colombia y del acercamiento del cristianismo tras el cisma de hace mil años.

¿Cómo hizo la pequeña y única isla comunista del Caribe para jugar en las grandes ligas de la diplomacia internacional? Para los expertos, la respuesta no está únicamente en su discreto pero eficaz aparato diplomático, sino en su pasado de amistades y enemistades.

"De un estado aislado en el hemisferio occidental, concentrado en revolucionar el sistema internacional, Cuba ha pasado a disfrutar la imagen de ser un país en transformación con una relación de cooperación y diálogo con los poderes" establecidos, explicó a la AFP Arturo López-Levy, politólogo de la Universidad de Texas Valle de Río Grande.

Este experto cubano cree que el gobierno de Raúl Castro es un interlocutor privilegiado entre viejos antagonistas. "Varios de esos actores del statu quo como el gobierno colombiano y el Vaticano quieren aprovechar las credenciales que Cuba tiene con sus oponentes, con las FARC y con el Kremlin", agregó.

El gobierno de Raúl Castro, quien reemplazó en el poder a su hermano Fidel en 2006, es desde hace tres años garante y anfitrión de los diálogos de paz entre la guerrilla comunista y el Ejecutivo de Colombia.

Inspirador y aliado de los movimientos rebeldes latinoamericanos de los sesenta, el gobierno castrista es ahora uno de los artífices del acuerdo que muy probablemente pondrá fin este año, después de medio siglo, al único conflicto armado que persiste en el continente.

Por si fuera poco, La Habana acogió el viernes el primer acercamiento entre las iglesias de Occidente y Oriente desde el cisma de 1054. Castro, un ateo de 84 años, fue el testigo de excepción de los besos y abrazos que intercambiaron el papa Francisco y el patriarca ruso Kirill durante el encuentro de unas horas que sostuvieron en el aeropuerto de La Habana.

"Si sigue así, Cuba será la capital de la unidad", sentenció Francisco antes de emprender rumbo a México. "Encrucijada entre el Norte y el Sur, el Este y el Oeste", la llamó la declaración conjunta del papa y Kirill.

Para Brian Fonseca, analista internacional y director del Instituto Jack Gordon, con sede en Florida, Cuba es el "escenario de dos hechos globales de enorme importancia" lo que "probablemente legitimará aún más el papel de Castro como intermediario en los asuntos globales", según declaraciones a la AFP.

En 2015, Cuba se reconcilió con Estados Unidos, su enconado enemigo de la Guerra Fría, que aún mantiene el embargo que le impuso en 1962, mientras tendía puentes entre adversarios externos.

En Colombia, por ejemplo, pocos ponen en duda que su influencia sobre la guerrilla fue decisiva para que las FARC, golpeadas militarmente, aceptaran negociar la paz después de tres intentos fallidos de diálogo.

Pero menos visible, aunque igual o más importante, es su rol en el diálogo interreligioso, según los expertos. Antes de proclamarse laico, Cuba fue un Estado oficialmente ateo entre 1976 y 1992.

Este es "uno de los secretos mejor guardados sobre los cambios en Cuba. El país no es el mismo no solo en la economía (...) Esa apertura ha permitido que el país sea visitado por tres papas, el patriarca ortodoxo ruso, líderes protestantes y musulmanes de primer nivel, y hasta el gran rabino de Israel", comentó López-Levy.

El gobierno de Castro emprendió una lenta apertura económica que despierta más entusiasmo afuera que en los cubanos, castigados durante años por las sanciones económicas estadounidenses, y que todavía esperan una reforma más agresiva que deje atrás los tiempos de penurias.

Para los más críticos del gobierno cubano, los éxitos en el frente externo podrían bien tener un efecto indeseado para los isleños.

"Lo que hemos visto durante el último año es que en la medida en que el régimen de La Habana obtiene éxitos diplomáticos, las reformas internas se detienen, y hasta retroceden", señala Sebastián Arcos, director del Instituto de Investigaciones Cubanas, de la Universidad Internacional de la Florida.