MADRID Internacionales - 

Choque de narrativas en el desarme de la banda vasca ETA

a banda militante ETA se despoja de sus armas para dejar atrás los 43 años de lucha violenta con los que quiso lograr un País Vasco independiente y durante los que provocó 829 muertes.

El desarme es la penúltima asignatura pendiente antes de su disolución, tal y como exigen los gobiernos de Francia y España, pero está por ver si ese fundido a negro paulatino para que Europa cierre uno de sus conflictos internos más sangrientos logrará la reconciliación de una sociedad dividida desde hace décadas.

Pendientes quedan la situación de los miembros de ETA —tanto el reducido número de aquellos activos como sus militantes encarcelados_, y la resolución de cientos de asesinatos —decenas de ellos también en el entorno de la banda— como desean los familiares de las víctimas.

Este es un vistazo a las raíces del conflicto y a lo que cabe esperar del desarme.

¿QUÉ ES ETA Y QUÉ PRETENDE?

ETA es el acrónimo de Euskadi Ta Askatasuna, que en vasco significa País Vasco y Libertad. La organización nació a finales de los 50, en plena dictadura de Francisco Franco, con el fin de lograr la independencia de esta próspera región que se reparte a ambos lados de los Pirineos.

La fuerte identidad cultural de los vascos se articula en torno a su lengua, el euskara.

ETA mató por primera vez en 1968 a un guardia civil, seguido de un comisario de policía ese mismo año. Además de a miembros de las fuerzas de seguridad, la banda asesinó a funcionarios, políticos y periodistas, así como a empresarios que se negaron a pagar el llamado "impuesto revolucionario" con los que el grupo financiaba sus actividades.

En 1973, voló por los aires el coche del Almirante Luis Carrero Blanco, que estaba llamado a suceder a Franco.

Su actividad se intensificó con la llegada de la democracia y en 1987 provocó la muerte de 21 personas en un supermercado de Barcelona.

Los muertos, más de 60, también se contaron en el entorno de ETA, durante la década y media hasta 1989 que duró la llamada "guerra sucia" de brigadas antiterroristas que actuaron bajo la protección o directa supervisión del gobierno español.

ETA también asesinó a sus disidentes —como ocurrió en 1986 con Yoyes, una dirigente que quiso abandonar la banda— pero el mayor rechazo a sus actividades, con manifestaciones masivas en las calles de toda España, se produjo tras el secuestro y la muerte de un concejal conservador de 29 años, Miguel Ángel Blanco.

¿UN FINAL NO CONCLUSO?

ETA llevó a cabo la mayoría de sus ataques en España y utilizó las regiones vascas del sur de Francia como refugio para sus militantes y sus arsenales.

Una mayor cooperación por parte de las autoridades francesas en los años 90 permitió a la policía y jueces españoles aumentar la presión contra ETA, pero también contra su entorno, con el controvertido cierre de medios de comunicación afines y la ilegalización de las sucesivas marcas con las que se reinventó el partido independentista vasco, que actuaba como brazo político de la banda armada.

Los distintos gobiernos españoles, tanto socialistas como conservadores, se sentaron a dialogar con los militantes durante los breves paréntesis de tregua que, una vez truncadas las negociaciones, se cerraron con nuevos atentados.

Hasta que a finales de 2011, acosada por el cerco policial y judicial, así como las fracturas entre el colectivo de sus presos y de su entorno político, ETA anunció una tregua provisional que luego hizo permanente con el cese de la violencia.

A imagen de lo que hizo el IRA en Irlanda, o el proceso que llevan las FARC en Colombia, ETA intentó negociar con los gobiernos de España y Francia para su desarme.

Su propuesta inicial fue involucrar a una comisión independiente de expertos internacionales para verificar que el arsenal se destruía o inutilizaba. Se evitaba así que las armas ofreciesen nuevas pistas para reabrir algunas causas judiciales de más de 200 asesinatos sin resolver.

Madrid y París se negaron rotundamente.

¿POR QUÉ SE DESARMA AHORA?

Cinco años y medio después de su alto al fuego, el desarme se llevará a cabo a través de un grupo de intermediarios, representantes de la sociedad civil que se han autodenominado como "artesanos de la paz".

El grupo ha prometido que antes del sábado hará llegar a la Comisión Internacional de Verificación, o CIV, localización de los depósitos de armas, que éstos a su vez entregarán a la justicia francesa.

El gobierno regional del País Vasco ha mediado en el proceso y ha dicho que "el desarme de ETA será completo, definitivo y a través de un único acto".

El desarme llega tras la detención de cinco de los intermediarios civiles en el sur de Francia a finales de 2016, cuando trataban de filmar la inutilización de armas para, presuntamente, entregarlas a las autoridades.

Los expertos coinciden en que el desarme será simbólico, puesto que el arsenal restante es reducido y obsoleto.

Alfredo Pérez Rubalcaba, el exministro de Interior que supervisó la lucha antiterrorista hasta que ETA abandonó la violencia, dice que en 2011 la banda tenía menos de 200 armas de fuego y material para manufacturar explosivos que posiblemente esté ya caducado.

¿ENTREGA VOLUNTARIA O RENDICIÓN?

La entrega del armamento en el sur de Francia se hará de manera privada este sábado, según los "artesanos de la paz". No contará con representantes de los gobiernos español ni francés.

Por la tarde, se espera a miles de personas, mayoritariamente nacionalistas, en la marcha multitudinaria que quiere cerrar el desarme en la ciudad francesa de Bayona.

El gobierno español ha criticado los actos porque escenifican una entrega voluntaria de las armas que, según sus representantes, no tiene en cuenta su derrota policial.

De "circo mediático" sin valor real lo califican también las asociaciones de víctimas de ETA y sus familiares. La mayor de ellas a nivel nacional, la AVT, dice que se trata de "otra estrategia de la banda terrorista de ETA de blanquear su pasado y librarse de la foto de la derrota."

La polémica ha puesto de manifiesto la dificultad de construir un relato colectivo lo suficientemente amplio para acomodar al mayor número de sensibilidades, en una sociedad todavía fracturada tras años de violencia.

Representantes políticos y sindicales vascos apoyaron esta semana el desarme como "paso imprescindible para la paz" e "hito básico dentro de un proceso final ordenado y definitivo de la violencia".

Estos sectores quieren además que la ausencia de armas facilite que 350 miembros y simpatizantes de la banda que siguen en prisiones de Francia y España puedan cumplir condena cerca de sus familias en el País Vasco.

Organizaciones como Amnistía Internacional dicen que la política de alejamiento es contraria a los estándares internacionales. El gobierno, que la justifica para debilitar el apoyo a ETA en las cárceles, dice que no tiene previsto acercar a los presos de forma inmediata.

FUENTE: AP