El Salvador Insólito - 

Casa de botellas, símbolo de reciclaje, encanta a salvadoreños

Construida con coloridas botellas plásticas, una pequeña vivienda desafía temporales y temblores en una comunidad del este salvadoreño, donde María Bersabé Ponce, de 86 años, recibe visitantes y goza de su prestigio de "símbolo del reciclaje" que le reconocen los ecologistas.

La idea de construir la "casita encantada" le vino de un sueño que tuvo tras perder su casa de adobe a causa del mortífero terremoto de 7,6 grados Richter que sacudió El Salvador el 13 de enero de 2001, el cual destruyó más de 200.000 viviendas.

"En el sueño vi una casita de botellas de plástico en una montaña y es por eso que decidí hacerla, tenía que hacerla, y lo logré en 2005", relata la anciana recostada en una hamaca de hilos amarillos y azules que cuelga en medio de su inédita residencia.

Recordó que la mañana siguiente al sueño, se levantó con la decisión tomada y le dijo a su hija Rosa Miriam que le sirviera un café porque iba a salir a buscar botellas para hacer la casa.

"Usted está loca mamá" le reprochó con tono de enojo la hija, que además es su única vecina en una comunidad rural de El Borbollón, unos 140 km al este de San Salvador.

"Ahora cuando la gente viene y me deja un pistillo (dinero en efectivo), le digo (a Rosa Miriam): mirá, ahora estamos comiendo de la locura".

La anciana de 1,70 de estatura, piel trigueña marcada con los surcos de la edad, espera celebrar en mayo sus 87 años. Y quiere hacerlo en su vivienda de menos de 50 metros cuadrados, sin muebles ni electricidad, pero rodeada de árboles y con la agradable vista que tiene a lo lejos del imponente volcán Chaparrastique.

Con una sonrisa, María relata que la recolección de botellas le llevó meses recorriendo decenas de kilómetros bajo el sol por la carretera El Litoral. En ocasiones llenaba hasta tres bolsas gigantescas y las transportaba en autobús hasta el sitio donde está ahora su casa.

Con sus propias manos y sin ayuda ni asesoría empezó perforando las botellas para ensartarlas en varas de madera con lo que fue dando forma a las paredes.

"Poco a poco fui haciendo todo esto y luego continué con el piso" que fabricó con "corcholatas", las tapas metálicas de las botellas de refrescos gaseosos.

La octogenaria no recuerda cuántas botellas reunió para edificar la casa y muchos visitantes han intentado contarlas infructuosamente. A un costado de la puerta principal de la vivienda hay una lámina con la siguiente inscripción: "la casita encantada fue hecha en el 2005".

Al explicar el por qué de ese título María dice: "es porque a todos les encanta, por eso es encantada".

Las organizaciones ambientalistas de El Salvador tiene la casa de botellas como un símbolo del reciclaje.

"Con su casita de botellas, doña María de forma ingeniosa e inédita nos da un ejemplo extraordinario y sorpresivo de reciclaje, para descontaminar de materiales plásticos contaminantes el territorio", declaró a la AFP el presidente de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), Mauricio Sermeño.

A diario, los curiosos detienen sus vehículos y con sus celulares se hacen selfies con la casita encantada de fondo.

María dice que todos los visitantes se toman fotos en su casita y le dejan "alguna ayuda", porque su condición es de extrema pobreza.

Un día se presentaron unos "gringos" que le ofrecieron tramitarle visa y pagarle su vuelo para que fuera a Estados Unidos a construir una casa similar, pero esa oferta le dió miedo, dice, por "temor a que me vaya a morir por allá".

A pesar de su edad, y para redondearse el ingreso, María elabora pan en un horno artesanal, que luego va vender en comunidades adyacentes.

FUENTE: AFP

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