Cine Cine - 

La gran Judi Dench conquista la Mostra de Venecia de la mano de Frears

Venecia, Italia (EFE). Judi Dench deslumbró en Venecia con su tierna, sutil y brillante interpretación de "Philomena", un papel que debería darle con justicia la Copa Volpi a la mejor interpretación femenina de la Mostra, en cuya competición oficial participa este filme, dirigido por Stephen Frears.

El filme recibió el más fuerte y prolongado aplauso logrado hasta el momento por una película de la competición oficial de esta edición de la Mostra y Dench, que esta espléndida, fue recibida con una fuerte ovación a su llegada a la rueda de prensa, donde señaló con humildad que su principal preocupación no era su estado emocional sino el del personaje que interpretaba.

"Intento ayudar contando su historia", afirmó la actriz, que considero una "gran responsabilidad interpretar a alguien que está vivo", en este caso a Philomena, una mujer irlandesa que en su adolescencia queda embarazada y acaba en un centro para 'chicas descarriadas' en el que dan en adopción a su hijo.

Cincuenta años después, la mujer decide confesarle su gran secreto a su hija y comienza la búsqueda del hijo perdido acompañada por un periodista, exportavoz del Gobierno británico, un personaje tan inteligente como irónico al que da vida Steve Coogan, que es también coguionista y productor del filme.

La verdadera Philomena "es muy divertida e increíblemente viva y nos entendimos muy bien. Creo que tenemos un sentido del humor similar", señaló la actriz, de 79 años y ganadora de un Óscar como secundaria por "Shakespeare in love".

Tranquila y pausada, la veterana actriz quiso dejar todo el protagonismo a la Philomena real y reducir la importancia de una interpretación excepcional, que llevó a Frear a decir: "cuando no trabajas con ella es cuando tienes problemas".

Un Frears de pocas palabras, que bromeó constantemente con Coogan, especialmente en lo referente a la posible reacción contraria de la iglesia católica por su papel como responsable del centro en el que es internada la joven y donde le quitan a su hijo.

"Era un asunto muy interesante y sabía que podía ser controvertido, pero lo que me interesaba era lo complejo que es", explicó Frears, que reconoció: "mi corazón está más con el periodista cínico, me da vergüenza decirlo".

A lo que añadió: "me encantaría que el Papa lo viera". Y Coogan replicó, muy serio: "Lo ha visto".

Dench por su parte consideró que pese a la reacción que pueda haber por parte de la iglesia, es "una historia que tenía que ser contada".

Pero es "la historia personal de una sola persona" porque hubo otras en el mismo centro católico que se quedaron embarazadas, tuvieron a sus hijos y fueron capaces de criarlos y seguir adelante.

No se trataba, precisó Coogan de "criticar el comportamiento de la institución, sino de dignificar a la gente que tiene fe de manera simple. No es un ataque polémico, hubiera sido muy fácil de hacer. Es más sobre gente que tiene esta fe tan sencilla que pueden perdonarlo todo".

Una historia tan dura y dramática que tenía que ser equilibrada con un punto de comedia.

"Necesitaba comedia porque la historia en sí es tan triste que necesitas respirar un poco. Sino sería una historia demasiado depresiva y trágica", explicó Coogan sobre su labor de guionista.

También era muy importante no pasarse en ese aspecto, por lo que pidió a Frears que le vigilara para no excederse. "No podíamos permitir que la comedia trivializara la historia".

Una historia en la que sin aspavientos, sin tics y sin una lágrima de mas, Dench demuestra lo que el talento, la experiencia y las arrugas pueden ofrecer al mundo de la interpretación, en un papel que hubiera sido carne de exageradísimas recreaciones tan habituales del mundo de Hollywood.

Basada en una historia real, Frears da una lección de buen cine sin recurrir a los efectos especiales ni a las puestas en escena grandilocuentes.

El realizador -que es la cuarta vez que compite en Venecia- aprovecha a la perfección el guión escrito por Coogan y Jeff Pope, en el que el drama y el humor encajan como en un mecanismo de relojería.

La química entre Dench y Coogan hace el resto para ofrecer el que es hasta ahora el trabajo más redondo exhibido en la competición oficial de la 70 edición de la Mostra de Venecia.