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El Gladbach, el regreso de un mito a la máxima competición europea

El Borussia Mönchengladbach vuelve a los escenarios de la máxima competición de clubes europea, tras más de 37 años de ausencia en las que el club pasó por graves y hondas crisis pese a lo cual para muchos sigue teniendo la aureola mítica que se ganó en los años setenta.

Es habitual encontrar hinchas del Gladbach que siguen pensando en los años de Günter Netzer, de quien se decía que en sus pases se respiraba el aire de la utopía, Jupp Heynckes, Berti Vogts o Allan Simonsen.

En los años setenta el Gladbach lo ganó casi todo. Hay quienes dicen que cuando el Bayern era visto como el mejor equipo de Europa, por sus tres Copas de Europa entre 1974 y 1976, el mejor equipo de Alemania era el Gladbach.

De la década de los setenta vienen casi todos los títulos que ha conquistado el Gladbach, campeón alemán en 1970, 1971, 1975, 1976 y 1977, ganador de la Copa de Alemania en 1973 y de la Copa de la UEFA en 1975 y 1979.

"Vivimos momentos internacionales increíbles. Sólo la Copa de Europa se nos resistió", recuerda el portero de aquel equipo legendario, Wolfgang Kleff, en declaraciones que recoge hoy la revista "Kicker".

En 1977 el sueño terminó en la final, en la que el Gladbach cayó por 3-1 ante el Liverpool. En 1978, la última participación, sucumbió otra vez ante los ingleses en semifinales.

Al mito pertenece también, acaso más que las frías estadísticas de la final perdida en la Copa de Europa o el recuerdo jubiloso de los triunfos en la Copa de la UEFA, el 7-1 logrado ante el Inter de Milán el 20 de octubre de 1971, en octavos de final de la Copa de Europa, que luego fue anulado en los despachos por un incidente sobre el que todavía hoy se discute acaloradamente.

Cuando el partido estaba 2-1, una lata voló hacia el campo desde la tribuna donde estaban los hinchas del Gladbach. Roberto Boninsegna, delantero del Inter, cayó entonces al césped y salió en camilla del campo.

La teoría que se sigue defendiendo en Alemania es que la lata estaba vacía y que apenas tocó a Boninsegna en un hombro.

El italiano, además, ha asegurado el exdefensa Luiggi Müller, quiso levantarse y seguir jugando pero sus compañeros -ante todo el capitán Sandro Mazzola, y los masajistas lo convencieron de que no se levantara y dejase el campo en camilla.

El árbitro del partido, el holandés Jef Dorpmans sostuvo muchos años más tarde -en declaraciones a medios alemanes- que él no había visto ninguna lesión en Boninsegna y que después, en la discusión en los despachos, había estado en contra de repetir el partido.

"Yo era uno de los que consideraba innecesaria una repetición. Pero había un montón de italianos en los organismos de la UEFA y, sin pretender sugerir nada con ello, el Inter tenía a la gente correcta en los lugares adecuados", dijo Dorpmans en declaraciones a la revista "Der Spiegel" cuando se cumplieron los 35 años de aquel partido.

En la vuelta Gladbach perdió 4-2 en Milán. La ida se repitió, no en Mönchengladbach sino en Berlín, y el partido terminó 0-0 con lo que el Borussia quedó eliminado.

La lata -que Dorpmans había donado al museo de su club, el Vittese Arhneim-, fue recuperada por el Gladbach en 2012 y forma hoy parte del museo del club.

En su momento, la policía de Mönchengladbach responsabilizó del lanzamiento de la lata a un aficionado llamado Manfred Kirsten. Sin embargo, la policía, según se puede leer en la página web del Gladbach, llegó después a la conclusión de que la lata había sido lanzada por un grupo de espectadores italianos, lo que no fue tomado en cuenta por la UEFA.

La lata ahora está ahí, como recuerdo de tiempos de grandeza.

Otro momento legendario es la final de la Copa de Alemania de 1973, con Netzer marcado su último gol ante el Colonia antes de marcharse al Real Madrid.

En los ochenta el equipo ya no volvió a ser el mismo. En 1995 ganó la Copa de Alemania, con lo que recuperó un poco de su perdida grandeza. Después la decadencia se hizo más radical. En 1999 llegó el primer descenso. En 2001 volvió a la primera categoría pero volvió a bajar en 2007.

Ahora, tras tres años bastante buenos con Lucien Favre en el banquillo y conseguir que se vuelva a soñar con los viejos tiempos, soplan otra vez vientos de crisis. El equipo espera poder sacudirse de ellos con una buena presentación en la Liga de Campeones con la que, como sucesora de la Copa de Europa, tiene una cuenta pendiente.