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Los OGM, remedio controvertido a la crisis alimentaria

PARIS (AFP) - Los OGM son una solución a la crisis alimentaria mundial, en opinión de algunos expertos y productores, mientras que otros advierten sobre su impacto medioambiental y el apetito de varias firmas mundiales por sacar tajada de una situación desesperada en algunos países.

"No es una solución milagro" pero los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) "permitirán producir más y mejor", estima Cedric Poeydomenge, director adjunto de la Asociación General de Productores de Maíz (AGPM) en Francia.

Los OGM como el maíz MON 810, cuyo cultivo fue recientemente suspendido en territorio francés, posibilitan "la prevención de diferentes pérdidas (de producción) relacionadas con los insectos", destaca Poeydomenge.

Estos organismos llamados de "primera generación" son en su inmensa mayoría concebidos para resistir los insectos o "tolerar" los herbicidas.

"China e India son países motores en la investigación sobre biotecnologías puesto que necesitan garantizar el aprovisionamiento alimentario de poblaciones muy importantes", subraya.

Para los promotores de las biotecnologías, la cuestión está muy clara: sin los OGM no habrá forma de hacer frente a las necesidades nutricionales de los 9.000 millones de personas que habitarán el planeta en 2050.

Una idea que, no obstante, es cuestionada por muchos.

"Los OGM no aumentan los rendimientos agrícolas y los de segunda generación no están todavía listos", subraya Arnaud Apoteker, encargado de la intensa campaña de Greenpeace contra el uso de estos organismos modificados.

A largo plazo, los OGM de "segunda generación" están llamados a mejorar la resistencia a la sequía y a la salinidad del suelo de las especies cultivadas, defendieron recientemente seis biólogos moleculares en un artículo publicado por el diario francés Le Monde.

Con el cambio climático, el recurso al agua se convertirá en un fenómeno cada vez más inusual, y la desertificación del suelo irá in crescendo.

Para Apoteker, "sería más útil reflexionar sobre otras vías de investigación", comprendidas las mejoras de las técnicas convencionales y la agricultura biológica, "para cultivar en los territorios más difíciles, desérticos o salinos".

Los detractores de los OGM denuncian principalmente la incertidumbre que reina a la hora de evaluar su impacto sobre el medio ambiente: contaminación de cultivos vecinos, cruce con las especies salvajes debido a la diseminación o aparición de resistencias a los insecticidas.

"Los biólogos moleculares pretenden decirnos que todo está bajo control. Es falso", defiende Yvon Le Maho, director del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) de Francia.

"Hay un desequilibrio entre el conocimiento de la biología molecular, que construye los OGM, y el funcionamiento de los ecosistemas", subraya Le Maho.

En Brasil, por ejemplo, el monocultivo de soja OGM hasta los confines del bosque amazónico se ha traducido en una degradación de la tierra y en una pérdida considerable de biodiversidad.

Para los ecologistas, la penuria alimentaria mundial no se debe a una falta de recursos sino a una distribución desigual. Una parte creciente de la producción de cereales y de los productos proteaginosos en el mundo se destina a la alimentación del ganado o, más recientemente, a los biocarburantes.

Además, los OGM están patentados, lo que obliga a los campesinos a comprar cada año las semillas, consolidando el dominio de un puñado de grupos mundiales especializados en este sector.

Numerosos científicos se abstienen empero de condenar la investigación sobre los OGM del futuro: "hay que ser pragmático y combinar lo que puede aportar el análisis ecológico y el tecnológico", estima el genetista Bernard Chevassus-au-Louis.

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